EL SOCIALISMO CONTRA LA MASONERÍA
Una de las paradojas de la masonería española en vísperas de la guerra
civil fue el rechazo de socialistas y sindicalistas al ser acusada por
la prensa oficial socialista (al igual que en 1888) de burguesa,
conservadora y reaccionaria. Y esto a pesar de su constante
preocupación social y de que gran número de socialistas eran masones,
entre ellos los fundadores del PSOE en Córdoba, el tipógrafo Francisco
Alarcón y el agrimensor y maestro Ramón Nochetto, o el patriarca del
socialismo fourierista Fernando Garrido, o el obrero andaluz Lucio
Martínez Gil, secretario de la Federación de Trabajadores de la Tierra
de UGT durante la Segunda República y que
en 1919 se inició en la Masonería en la logia "Hispano-Americana",
adoptando el nombre simbólico de "Iris" y más tarde en 1931 en la
logia "Primero de Mayo" constituida por destacados socialistas, siendo Gran Maestre del Gran Oriente
Español. También lo eran gran número de diputados socialistas en las Cortes Constituyentes (44 de 113), sin olvidar no pocos de los hombres
representativos del Gobierno, como Fernando de los Ríos, Ministro de
Justicia y de Instrucción Pública; Rodolfo Llopis, Director General de
Primera Enseñanza; Simeón Vidarte, primer secretario de las Cortes;
Jiménez de Asúa, consejero de Instrucción y presidente e la Comisión
Jurídico-Asesora, autor del primer texto constitucional; Enrique de
Francisco, vicesecretario del PSOE; Antonio Fabra Rivas, director
general del ministerio del Trabajo, etc.
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El
Pasado Gran Maestro Valentín Rincón, Miguel Servera Gran Maestro de Gran
Oriente Federal de Argentina, el Gran Maestro de la Gran Logia de los
Valles de México Pedro Téllez Maldonado y el Gran Maestro del
Gran Oriente de España en el exilio Lucio Martínez Gil (México en
octubre de 1947) |
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Sin embargo, no pudieron evitar que en abril de 1936 la Agrupación
Socialista de Madrid aprobara la unidad internacional de proletariado
y el frente único nacional con el Partido Comunista, proponiendo la
incompatibilidad general entre afiliación socialista y afiliación
masónica, siguiendo el ejemplo bolchevique. Apenas un mes antes de la
sublevación militar de Franco, una asamblea nacional de sindicalistas
reunida en Zaragoza proclamó que la masonería, asociación de burgueses
y pequeños capitalistas, debía desaparecer porque era dañina a la
sociedad futura.
Este rechazo institucional de la
masonería por parte de los socialistas españoles y de la UGT, al igual
que unos años antes lo hiciera la Tercera Internacional,
considerándola una institución típicamente burguesa, es una de las
paradojas más curiosas para quienes paralelamente eran perseguidos por
las derechas españolas (CEDA) y por la Falange y por un amplio sector
del Ejército quienes identificaban a los masones con los marxistas y
comunistas.
Extractado de: J. A.
Ferrer Benimeli, La masonería, Madrid, 2001, pp. 179-180.
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